La generación del miedo se tapa, se aisla, se cubre en un manto. Habla con indirectas. Crea paredes con excusas. La indisposición emocional de esta generación se ve en los tratos, en los modos de vincularse; en la calles, en las redes sociales. Vínculos poco amenos, esporádicos, casuales, como las de la vía publica. Vínculos maquinarios. Nos creemos frívolos, objetivos, racionales. La autosuficiencia que nos legó esta ciudad monstruosa, nos enseño a no ser vulnerables, a no necesitar de un otro, a aceptar la soledad del PH, y vivir apilados como un montón de ropa, como una prenda mas del montón.
La generación del miedo, se rehúsa a sentir, se rehúsa a conocer a un otro, conectarse con otro, acercarse a otro, se rehúsa a tocar y ser tocado, se niega a acariciar. Se rehúsa a hacer el amor, se rehúsa a ser humano... Tenemos tanto miedo a ser humanos, a ser vulnerables, a ser 'feos', a ser rechazados, a ser expuestos, a desnudarnos, a amar, a conocernos y dejarnos conocer, a las experiencias. En resumen, el miedo a estar vivos a través de un otro. Porque eso es ser humano, ser vivo y estar sediento de ello.
Una vez leí un texto que Jhonn Lennon escribió: " Nos hicieron creer que el gran amor solo sucede una vez, generalmente antes de los 30 años. No nos contaron que el amor no es accionado, ni llega en un momento determinado. Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja, y que la vida solo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en la vida merece llevar a sus espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta. (...)"
Aun así, yo espero a mi naranja completa. A mi naranja viva, que vibre, que tenga color, y sabor. Que este dispuesta a encontrarme, elegirme, y conectarse.
¿Porque nos cuesta tanto entender, que el amor es inevitable al ser humano?